sábado, 12 de octubre de 2013

Antonio Pérez: "El Madrid nos pagó por ayudarle a no bajar"

Capítulo uno | El próximo miércoles, día 16, cumple 94 años. Y goza de una memoria prodigiosa y una lucidez envidiable. Se llama Antonio Pérez Balada...

Don Antonio, usted jugó tres años de rojiblanco, pero estuvo a punto de fichar por el Real Madrid...
—El Real Madrid me tuvo fichado. Pero mi madre tenía un lloro continuo cada vez que yo llegaba a casa. El Madrid daba 30.000 duros, pero yo pensaba: “Esta mujer se me muere”. Yo creía que lo primero era mi familia y luego el fútbol. Un directivo del Real Madrid, Hernández Coronado, me dijo lo mismo, que lo primero era la familia. Yo ya había estampado mi firma, y si ellos hubieran querido me habría tenido que marchar a Madrid, pero Hernández Coronado me comentó que si era para volverme al Castellón, donde yo jugaba, no pasaba nada, pero si no era para jugar allí debía incorporarme al Real Madrid. Así que devolví el dinero que me habían dado y sin llegar a jugar en el Madrid me volví a Castellón, donde estuve dos años más.
—Y un par de campañas después firmó por el Atlético...
—Se produjo una anécdota bonita de contar. El presidente del Atlético Aviación, don Juan Touzón, vino a Nules a por mí. A la cita acudimos mi hermano y yo, pues mi hermano era el que daba la cara por mí. Firmamos el contrato y cuando ya estaba todo arreglado, llegó una conversación digna de contar. El señor Touzón me dijo: “Si usted hubiera sabido con anterioridad lo que yo le voy a decir, seguro que me habría pedido más dinero”. Lo que me comentó es que el Atlético me fichó porque estaba enfermo el portero Ederra. (Una afección pulmonar retiró de los terrenos de juego a Ederra, quien sólo pudo jugar dos temporadas). Y yo le contesté: “Si usted supiera que por mucho menos dinero habría fichado igualmente por el Atlético...”. Posiblemente el presidente pensó que se la había pegado. Pero le dije la verdad. Yo, por mucho menos dinero, habría jugado en el Atlético. Imagínese. Fueron 250.000 pesetas. Una barbaridad para la época. Aquí, la gente se iba a trabajar a la huerta por cuatro o cinco pesetas. Ese dinero era como para volverse loco.
—El 23 de noviembre de 1947, el Atlético le ganó al Real Madrid por 5-0 en la que es la mayor goleada rojiblanca en su campo ante el eterno rival...
—En ese partido se produjo una anécdota muy divertida. Antes del encuentro Riera le dijo a nuestro presidente que le dejara irse quince o veinte minutos antes de la finalización del encuentro, puesto que su novia se marchaba a América y quería despedirse de ella. El presidente Touzón le dijo que si llegábamos a ir ganando por 6-0 al descanso se podría marchar. En el descanso ya teníamos el partido casi sentenciado, pero no fuimos capaces de lograr ese 6-0 que pedía el presidente y Riera se quedó con las ganas de irse.
—En esa etapa los derbis ya se vivían de una forma especial...
—Ese encuentro fue una cosa extraordinaria, eran partidos de una gran rivalidad y a nosotros nos salió todo bien en la primera mitad. Del Madrid yo destaco a Ipiña, un medio centro muy bueno, y al Mangas (Molowny). El portero, Juanito Alonso, también me gustaba mucho. Los Atlético-Real, Valencia-Levante, Espanyol-Barcelona eran partidos de gran rivalidad y las aficiones jaleaban mucho lo que pasaba.
—Ese 5-0 pasó a la historia porque le denominaron ‘Ortiz a cero’, pues el Real Madrid fue el primer equipo que jugó con dorsales en las camisetas y el número 5 lo llevó Ortiz...
—De eso no me acuerdo mucho, pero sí recuerdo que los aficionados del Atlético posteriormente saludaban a los del Madrid con los cinco deditos de la mano bien extendidos (Don Antonio no para de reirse recordando esa goleada).
—El 5-0 fue de lo mejor que le pasó en el Atlético, pero lo peor fue que perdió una LIga en el último partido y, además, ante el Real Madrid...
—Yo perdí dos títulos de Liga en la última jornada y en el mismo escenario, el Metropolitano. La primera Liga la perdí con el Atlético. Fue en el último partido y nos enfrentamos a los de la acera de enfrente, que no se jugaban nada. Les fuimos ganando 2-1 durante casi todo el partido, pero al final Pruden, que años antes había jugado en el Atlético Aviación, metió dos punterazos y me marcó dos goles. Ganaron 2-3 y perdimos el título. (El Valencia fue campeón en esa campaña 1946-47). Por cierto, hay otra anécdota muy buena con el Real Madrid...
—Cuénteme...
—Más concretamente se refiere a un señor enviado por el Real Madrid. Era la temporada 1947-48 y fuimos a jugar la última jornada de Liga a Gijón. No nos jugábamos nada, pero el Real Madrid, que jugaba en su campo ante el Oviedo, estaba en peligro de descender. El Gijón también estaba implicado y si nos vencía y el Madrid no hacía lo propio, le pasaba en la clasificación y los blancos podían bajar a Segunda. Viajamos en tren y nuestro delegado nos dijo que había un señor que nos daba 20.000 duros a repartir si ganábamos en Gijón. Le metimos siete a nuestro rival para que no se nos escaparan esos 20.000 duros y de paso contribuimos a evitar el descenso del Madrid. Al llegar a la capital nos repartimos el dinero prometido. Aquella persona se lo dio al delegado. Al que más le interesaba que ganáramos el encuentro era el Real Madrid por el peligro que corría. (Al final, en esa temporada descendieron Gijón y Real Sociedad y el Madrid se libró gracias a su victoria 2-0 ante el Oviedo).
—Con Riera y Aparicio formó el llamado Telón de Acero...
—A los tres nos llamaban el Trío de Cemento Armado. Junto con Cobo, que alternó con Riera, y Aparicio.
—Me imagino que sería porque no pasaba nadie...
—La verdad es que éramos tres mastodontes, tres jugadores muy fuertes. Recuerdo que una vez nos enfrentamos al Sabadell y tenía un interior muy pequeñito que se llamaba Pallás. Los tres decíamos: “¡Cómo nos haga un gol de cabeza éste!”. Estuvimos muy preocupados todo el partido con esto.
—¿Quién era el que dominaba el fútbol español?
—Había muchos equipos que podían ganar la Liga: Athletic, Barcelona, Real Madrid, Valencia, Sevilla, Atlético... Había seis o siete equipos que luchaban por conquistar el título. Entonces había más igualdad que ahora.
—¿Le dice algo la delantera formada por Juncosa, Vidal, Silva, Campos y Escudero, la delantera de seda?
—Yo creo que fue una de las mejores delanteras de la historia del Atlético. Creo que sí. Juncosa era un extremo extraordinario, fantástico. Y Campos era un fenómeno. Además de estos, había otros futbolistas muy buenos, como Arencibia, Taltavull, que jugaba mucho al fútbol, y jugaba muy bien... Se la denominó delantera de seda porque parecía como cuando tocas la seda, eran futbolistas muy finos, jugaban muy bien...
—¿Fue ese de la delantera de seda, junto con el posterior de la delantera de cristal, uno de los mejores Atléticos de siempre?
—No sé. Yo sólo puedo decir que el Atlético fue el club de mis amores y ahora no miro nada más que los resultados del Atlético. También me gusta que gane el Valencia, donde jugué después. Si ganan los dos yo me quedo muy tranquilo. Y si pierden, también, porque ahora mismo ya no me sofoco con el fútbol.
—¿Cuál fue el delantero de su época que más le inquietó?
—Había uno que me sacaba de quicio, por lo maleducado que era y las cochinadas que decía. Antes de los partidos los jugadores de uno y otro equipo siempre nos quedábamos charlando unos con otros, hablando de muchas cosas. Y yo siempre le decía lo mismo: “¿Por qué eres tan animal y tan burro?”.
—¿Se puede decir quién era?
—Claro. Araújo, del Sevilla. Fuera del campo te reías mucho con él y era muy noble, pero dentro era muy mal hablado. Yo no quería nunca jugar contra él y a él le pasaba lo mismo conmigo. Era tremendo, siempre estábamos a la caza.
—¿Cuál fue el delantero que más le gustó?
—César, del Barcelona. Era muy bueno, tenía un gran remate de cabeza y jugaba muy bien con el pie. Hablaban mucho de la cabeza de Zarra, pero a Zarra le centraban muy fuerte los extremos que tenía el Athletic de Bilbao y ponía la cabeza para rematar. El otro, César, pegaba el cabezazo, se estiraba como un tiro para meter la cabeza y rematar.
—¿Y del Atlético?
—Campos, Arencibia también era muy bueno, muy técnico, pero mucho más blandito que Campos. Éste subía, bajaba a defender sin tener que llamarle, porque era muy alto y las sacaba muy bien de cabeza... Silva era muy bueno, tenía una gran clase, pero le faltaba chispa. Era canario y los canarios juegan igual que hablan: muy pausados.
—Sí, pero Campos también era futbolista canario...
—Es cierto, pero Campos también tenía raza. Farias, otro canario, le pegaba, como digo yo, hasta su padre si hacía falta cuando jugaba, reñía hasta en los entrenamientos. Los canarios, en general, eran muy  blanditos. A Silva le decían que se tenía que cagar en la madre que parió de alguno o decirle al rival que a la próxima le partía la pierna.
—Vidal fue muy bueno, pero tuvo el problema de su enfermedad...
—Compartíamos habitación. Y no le noté nunca que tomara pastillas para el dolor de cabeza ni nada por el estilo. Él hablaba valenciano y yo también. De la  noche a la mañana enfermó y se acabó.
Fuente y fotografia: http://futbol.as.com

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